Fue difícil pensar escribir este artículo, no quería simplemente relatar un suceso o entregar una noticia. Algunas cosas merecen ser contadas y explicadas para transmitir, en parte, la belleza con la que son pensadas.
Formamos parte de un universo que tiene ciclos de inicio y de fin, todo debe nacer y morir en algún momento, sin embargo, algunos nos pasamos la vida ignorando este principio para evitar que el olvido y la ley natural del universo, se lleve lo que queremos contar. El inicio de este párrafo podría darnos a entender que es completamente inútil luchar contra el olvido, pero, por el contrario, nos sirve para entender por qué lo hacemos.
Nacemos sin saber hablar, sin saber caminar y sin tener sentido alguno de dónde estamos, así, todo lo que alguien nos cuente o nos enseñe, nos ayudará a comprender mejor la vida. Por eso es importante no dejar que el olvido nos gane, por eso es importante atesorar las historias y vivencias de otros que ya recorrieron diferentes caminos, crecimos aprendiendo de otros, es lo que nos permite mejorar como sociedad y como seres humanos.
Registrar historias, atesorarlas y mantenerlas vivas para que otros las aprendan, es una noble tarea, es una obra que merece ser apreciada con respeto. Con el exceso de información que tenemos en la actualidad, es difícil que algo nos sorprenda y mantenga nuestra atención, hemos dejado de apreciar lo que pasa frente a nuestros ojos, pero cosas interesantes y bellas siguen pasando, están ahí, una de ellas es este Museo del Automovilismo chileno del que les hablaré.
Probablemente mi cercanía con el proyecto me ha dejado ver y entender desde otro ángulo la nobleza de los detalles de esta creación, no son simplemente autos viejos estacionados unos al lado de otro, contando historias que a pocos les interesan, son historias profundas, reflejos de cambios sociales, huellas de otros seres humanos que merecen ser conocidas por generaciones futuras para permitirnos apreciar lo que está más allá de los objetos, lo que no podemos tocar.
Esto partió con la visión de un hombre que encontró su pasión en el automovilismo, pero visto a través de un cristal filantrópico e incluso en ocasiones, altruista. El automovilismo es rudo, es materialista y en especial, cargado de fuertes egos: el automovilismo chileno sabe mucho sobre rupturas. Este hombre observó estas grietas, poco elegantes, en una actividad que, en el fondo, esconde un lado humano muy complejo y, por cierto, muy entretenido de estudiar.

Este hombre, al que no le gusta ser nombrado, comenzó a ver que el olvido se estaba llevando las últimas huellas de muchas historias increíbles y que nadie quería salvarlas. Yo haré caso omiso de sus deseos, pero Iván Ortúzar, junto a su fantástica familia, comenzó a guardar esas historias, sin pensar a dónde lo llevaría ese camino. Luego de reunir muchas piezas importantes, entendió que esas piezas eran parte de algo mayor y que debía entregar un mensaje, ese mensaje se transformó en el Museo y Academia EFO Racing (EFO, Escudería Familia Ortúzar).
En épocas pasadas, los pilotos de automovilismo eran héroes, modelos a seguir y personajes importantes de nuestra sociedad, formaron parte de nuestra cultura y nos reflejaban como sociedad, permitían que esos niños en pueblos alejados soñaran con esas máquinas veloces que irrumpían la tranquilidad. Esas máquinas, objetos portadores de historias increíbles, fueron olvidándose y quedándo de lado como objetos sin valor, los últimos que entendían su valor, fueron desapareciendo y de pronto, sólo eran un montón de fierros para la basura.
Salvarlos y volver a contar todas esas increíbles historias, es la labor de este Museo. Emplazado en el corazón de la comuna de María Pinto, este recinto reúne a 35 autos de carrera, de diferentes disciplinas y épocas, todos con el objetivo de redescubrir todas esas historias que no deben ser olvidadas.

El sábado 29 de marzo fue el día elegido para inaugurarlo, un día que merece ser recordado, porque tal y como atesora hechos históricos, la propia inauguración constituyó otro más. Creo difícil que otro evento haya congregado a tantas generaciones del automovilismo chileno en un mismo lugar, compartiendo, sin diferencias y celebrando esta gran iniciativa.
En mi opinión, creo que el hecho mismo de inaugurar este Museo y lograr reunir a todas las generaciones vivas del automovilismo deportivo en Chile, es algo que debemos tomar como una lección: podemos reunirnos, podemos remar en una dirección y crear una identidad. Casi como un llamado de atención y a la unidad es como deberíamos ver este importante suceso, no sólo en el automovilismo, si no que también, en el ambiente tuerca general, hoy nublado por el velo del ego.
El evento congregó a importantes pilotos de la historia del automovilismo chileno, como Eduardo Kovacs, Santiago Bengolea, Mario Neder, Alejandro Schmauk, Juan Armando Band, Germán Mayo, entre muchos otros, así como pilotos jóvenes que hoy portan la bandera chilena por el mundo, como Benjamín Hites. También hubo visitas desde Argentina, Estados Unidos y Alemania, junto a Jaime Pizarro H. Ministro del deporte, Jessica Mualim Alcaldesa de María Pinto y Rafael Sagredo Premio Nacional de Historia, llegando a la importante suma de más de 500 personas.

Todos se prepararon especialmente, más de 200 autos clásicos, deportivos e históricos adornaron los alrededores del Museo, convirtiendo al evento en una fiesta tuerca íntegra.
El Museo y Academia EFO Racing reúne piezas originales y piezas que se recrearon para contar las historias. Fórmulas, Turismo Carretera, Prototipos, Cupecitas, Turismos y bólidos actuales, mostraron esta primera parte del museo, que contempla en el proyecto, 3 etapas. La segunda etapa contempla otro grupo de 40 autos históricos y la tercera, un taller mecánico.
El recinto es privado, no es posible visitarlo cualquier día, pero se promete en el futuro cercano la posibilidad de visitarlo en un formato que será comunicado oficialmente.
Una parte interesante del proyecto es que incluye una academia que relacionará a jóvenes estudiantes con las historias del museo. En distintas etapas, recintos educacionales de la zona y luego del Gran Santiago podrán enviar a sus alumnos para aprender de historia y formarse como personas.
Contar las historias del museo y qué hay adentro no son mis objetivos, esa es una aventura que deben descubrir por ustedes mismos y que merece su atención. Este museo es un hito, cada auto y cada pieza está ahí con un fondo, no son sólo recuerdos encontrados o recuperados, son objetos que nos llevan más allá, a lo que podemos imaginar y lo que no podemos tocar.
Muchas gracias a Iván Ortúzar, a su familia, su equipo de mecánicos y a todos quienes han colaborado para llevar a cabo esta gran obra.
Guillermo Zuñiga, marzo 2025.
Fotos oficiales del evento en este enlace
















