A mediados de 1980, Ford no sólo era un consolidado fabricante de automóviles, sino que le estaba dando cabida a un departamento llamado Special Vehicle Operations, el cual se encargaría de producir exclusivos y potentes autos para el uso en calle.
Por otra parte, y en esta misma época, McLaren era una reconocida escudería de Fórmula 1, pero se quedaba ahí, simplemente era impensable que llegase a fabricar vehículos para carretera, menos como los galardonados modelos que produce en la actualidad.
El entusiasmo por parte del departamento de Ford, y la experiencia competitiva de McLaren dio lugar a una alianza poco común, presentando así el angloamericano McLaren M81 Mustang. Basado en la tercera generación del Pony Car, también conocida como Fox Body. El M81 incluía mejoras tanto aerodinámicas como en su suspensión, ensanches en la carrocería para darle espacio a los anchos neumáticos que montaba y el aumento de la presión que cargaba el turbo. Todo esto sin cambiar el motor ni la transmisión que venía en el modelo de serie, 4 cilindros en línea de 2,3 litros turboalimentado con una caja de 4 velocidades. Gracias a dichas mejoras, se logró aumentar los 132 CV que producía la versión «corriente» a 175 CV, logrando una aceleración de 0-100 km/h en menos de 10 segundos.
El vehículo en cuestión, ostentaba de buenos números, pero también de una apariencia completamente agresiva, esto gracias a mejoras ya mencionadas y a un juego de llantas BBS de 15 pulgadas.
Lamentablemente el proyecto no marchó bien. Debido al elevado costo de producción, el costo de venta era igualmente elevado, pues se fabricaba a mano por ingleses, más aún si se comparaba con un Ford Mustang corriente, culminando la fabricación en la décima unidad, muy por debajo de las doscientas cincuenta que se tenían previstas.